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:: TESTIMONIOS ::
Síndrome Post-aborto

"La única persona que lo supo fue él"
- Karina Couto

Sucedió cuando yo tenía 18 años, recién comenzando el primer año de universidad. Era mi primer ‘novio’ por llamarle así con quien tuve esa primera experiencia íntima. No fue la que hubiera soñado, de hecho, ni siquiera quería, pero pensaba que él era “un buen muchacho” y no tenía nada de malo. Estaba muy equivocada y mi mentalidad estaba muy influenciada por el feminismo y la propaganda. Cuando supe que estaba embarazada no se lo dije a mis padres, ellos se separaron cuando yo tenía 10 y aunque mi madre nos sacó adelante a mi y mi hermana desde entonces, no tenía una relación de confianza con ella y estos asuntos no se hablaron en casa. Tenía apenas 6 a 7 semanas. La única persona que lo supo fue él, el que hubiera sido el padre. Pero al decirle no hubo emoción ninguna, solo dijo que lo iba a solucionar… la solución fue al día siguiente ponerme en mis manos unas pastillas abortivas y darme las instrucciones específicas de lo que yo tenía que hacer. No lo cuestioné, ¿si no tenía su apoyo ni él lo quería entonces cuál sería la opción? No sabía que hubiera ninguna otra opción. Me fui a mi casa y seguí las instrucciones. El proceso fue demasiado doloroso, pensé que me iba a morir y en parte tenía razón, pues hoy sé que en el aborto químico sí hay mujeres que mueren por complicaciones. Pero aún en medio de mi terrible decisión Dios me cuidó y me permitió vivir. La relación no duró mucho luego del aborto. El lado hostil de él ya no se ocultó y tuve incluso que pedirle a mi padre que interviniera para que él se alejara de mí. Dejé el horrible momento en un cajón y fue ‘casi’ como que no pasó. Pero sin darme cuenta mi autoestima se deterioró y la imagen que tenía de mi misma estaba por el piso. Hice todo por esforzarme a lograr metas académicas y destacar para “tener más valor”. Pero por muchos años viví con culpa y vergüenza por haber abortado, pensando que no tenía perdón ante Dios. Al año de graduarme conocí a quien hoy día es mi esposo, iniciamos una relación y luego de menos de un año salí embarazada. Había decidido que jamás volvería a realizarme un aborto, de hecho, me ilusionaba ser madre; pero dudaba de compartirle a él que sería papá por mi experiencia del pasado. Mi hermana fue quien me dijo con mucha firmeza que yo no tenía derecho a ocultárselo y que tenía que ser fuerte para enfrentar la decisión que él pudiera tomar. Gracias a Dios él fue el más feliz y aún sin estar casados ni saber cómo íbamos a hacer para sacar adelante a nuestro bebé él nunca dudó y lo amó desde que supo que estaba en mi vientre. El primer ultrasonido me lo realicé justamente en ese periodo de las 6 a 7 semanas y tuvo que ser endo-vaginal por ser tan poco tiempo de embarazo. Para mi sorpresa pudimos escuchar el hermoso latido de su corazón. Y ese fue el momento en que el aborto volvió como una sombra densa y oscura a empañar la alegría de este momento ¡pude confirmar sin duda alguna lo que le hice a mi primer bebé! Muchos años viví con la angustia de que “Dios me fuera a castigar” con este hijo, con el temor de perderlo por yo haber hecho aquel aborto. Sola en mi conciencia pues nunca hablé. Viviendo el síndrome del aniversario y con periodos de tristeza profunda sin “causa aparente”. Luego de 23 años supe de Camino a Sanar y realicé mi estudio bíblico en donde pude recibir el perdón de Dios, hacer las paces con mi pasado y también perdonar al que me puso en la mano esas pastillas abortivas. Dios me bendijo con otros dos hijos y ahora finalmente soy libre para dar testimonio de la misericordia y la gracia de Dios que restauró mi vida y que muchas mujeres más puedan saber que no tienen que vivir este tormento solas, que hay esperanza en Cristo y en Camino a Sanar las vamos a acompañar y apoyar en su proceso de sanidad. - Karina Couto

Me encontraba en un momento vulnerable y depresivo en mi vida por una infidelidad. Esto provocó un trastorno alimenticio que me debilitó físicamente y una sed de venganza que me llevó a tomar malas decisiones. Quería que todos sufrieran y sintieran culpa. En ese proceso decidí salir con una persona que no conocía y me forzó a tener relaciones sexuales. Yo estaba tan débil que no lo pude evitar. Decidí callar e ignorar la situación porque pensé que era culpable de lo sucedido. Luego de dos meses supe que estaba embarazada y todo se complicó para mí. Decidí abortar porque no pude enfrentar todo lo que pasaba. Tener un bebé parecía un sufrimiento adicional. Me sentí sola e influenciada por la situación y al final no tuve fuerzas para defender la vida de mi bebé. Durante el procedimiento sentí mucho dolor, miedo, soledad e incertidumbre. Era la primera vez en la oficina de un ginecólogo y esperaba un buen trato. Pero, lo que recibí fue un ambiente hostil y frio. El médico no se presentó, no me habló en ningún momento, nunca vi a mi bebé en el sonograma y antes de poder arrepentirme el procedimiento había sido completado. Después del aborto sentí culpa y vergüenza, pero a la vez alivio porque no tendría que enfrentar un problema. Sin embargo, no dejaba de pensar en lo que había hecho y a diario sentía el rechazo de Dios hacia mí. Así que, en vez de arrepentirme decidí ignorar lo que sentía y resignarme a vivir con lo que había hecho. Pensé, que todo terminaría ahí, pero una tristeza inmensa me sumergía en la culpa. Este sentimiento creció en mí, pero tomó más fuerza cuando me casé y no pude embarazarme. Así que, en vez de hablar con Dios y resolver mi conflicto, otra vez decidí creer que esto era consecuencia de mi pecado y que merecía la culpa. Pero Dios abrió una puerta de sanidad para lo que creía estaba en el olvido. Luego de 22 años tomé el Estudio Bíblico Camino a Sanar, conocí el amor, la gracia y la misericordia de Dios y mi vida cambió para siempre. Hoy me siento totalmente perdonada y libre y reconozco mí hija como una vida, por eso hoy rompo el silencio que me mantuvo en tinieblas y te digo que hay esperanza en Cristo que fue quién pagó por tu libertad. - Sarahí Fontanez Fermaintt

"sentí culpa
y vergüenza,
pero a la vez alivio"

- Sarahí Fontanez

"Tantos que no estamos seguros de cuántos fueron"
- Kenia y Efraín

Sabía que él no quería tener hijos, pero a la misma vez tenía la esperanza de que quisiera hacer una familia conmigo. Esa ilusión quedó tronchada cuando vi su reacción... Él no tuvo que pensar, ya estaba decidido. Comenzó a explicarme que "eso" era un "bonche de células" y en otras palabras nos podemos deshacer de él. Fueron tantos los miedos que me atacaron en ese momento...perder la relación, enfrentar la responsabilidad que conlleva tener un hijo, etc. Así que finalmente fuimos a la clínica de abortos. Entré a un pasillo en el que a través de la ventanilla me atendió una mujer. Como era la primera vez, no sabía qué decir, así que la mujer que atendía me ayudó con la pregunta:”¿para una terminación de embarazo?” Yo sólo contesté con un sí. Me hizo algunas preguntas más, firmé algunos papeles, pagué, me hicieron el procedimiento y me fui a mi casa con una tristeza que no puedo explicar con palabras. La realidad es que después del primero, cada vez que volvía a abortar, lo que sentía después del procedimiento era alivio y continuamos nuestra relación juntos, viviendo la mentira de que habíamos tomado la mejor decisión. Aunque para la sociedad éramos “buenas personas, con un buen trabajo”, para poder vivir con la culpa, necesitábamos cada vez más estar anestesiados, así que por mucho tiempo fueron las drogas y el alcohol nuestro refugio. Recuerdo que para ese tiempo, recomendé a una amiga abortar su embarazo no deseado. Gracias a Dios, ella no me hizo caso y hoy su hija es toda una mujer. Luego de dos años de convivencia decidimos casarnos. Dos años y varios abortos después, quedé embarazada nuevamente, pero esta vez, como toda una mujer “exitosa y responsable” todavía viviendo en la soberbia de querer mantener todo bajo control, decidí tener a mi bebé. Definitivamente, ser padres nos cambió la vida para bien, pero luego de entender todo lo que ser padres implicaba, decidimos quedarnos con un solo hijo. Las razones para no tener más hijos sobraban, que si las cosas estaban malas, porque la vida está cada vez más cara, porque no era conveniente en ese momento, y todo eso suena como cierto pero la verdad es que no queríamos que nuestro estilo de vida se viera afectado, así que en nuestra huida de las responsabilidades abortamos varias veces más. Fueron tantos, que no estamos completamente seguros de cuántos fueron nuestros hijos abortados. Llegar a los pies de Cristo cambió nuestra vida. Primero yo; luego mi esposo y en medio de ese proceso, llegamos a Camino a Sanar. A través del estudio bíblico que nos ofrecieron, hemos experimentado la sanidad que Dios quería hacer no sólo en nosotros como individuos, sino como padres, como esposos y como familia. A través del estudio de Su Palabra en Camino a Sanar, Dios pudo manifestar Su misericordia, no solo por el que mata a otra persona, sino también por los que matamos a nuestros propios hijos. Hemos reconocido nuestro grave error y hemos conocido que solamente por Su gracia hemos sido limpiados y perdonados. Hoy nos sentimos libres de la culpa y la verguenza que cargamos por tanto tiempo y quiziéramos que otras personas reciban también este hermoso regalo.

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